Criticar la crítica.
Artista: ¿cómo sobrevivir a la crítica?
Cuando uno se dedica al arte es común enfrentar el hecho de que nuestro trabajo sea criticado o juzgado. Se pueden recibir críticas alentadoras que nos llenan de motivación, o en ocasiones, opiniones devastadoras que llevan a algunos a abandonar su vocación artística.
¿Y , quién emite juicios sobre nuestro trabajo? Uno comienza escuchando las opiniones de la familia, luego la del profesor (cuando uno es estudiante). En la vida profesional nos enfrentamos a los jurados que nos califican en concursos y en los exámenes. Existe también la opinión del público, la de los colegas, la de la prensa, la de los productores, la de las editoriales, etc.
¿Cómo podemos sobrevivir a la críticas? ¿Cómo es que algunos continúan su carrera a pesar los juicios destructivos y otros pueden continuar? Comparto algunas de las ideas que me han permitido manejar la crítica a lo largo de mi carrera.
Autocrítica. Antes de escuchar una crítica es muy útil criticarse a uno mismo y tener una idea sólida a cerca del trabajo propio. Se trata de una opinión sincera y segura que pueda, hasta dónde sea posible, distinguir los puntos fuertes y débiles de nuestro trabajo. Cuando opino con sinceridad de mi propia obra, adquiero una sólida opinión a cerca de la misma y por ende, seguridad. Una vez consolidada mi propia crítica, puedo escuchar y no confundirme.
Escucha selectiva. ¿Qué significa? Poner filtros para obtener la información que me es útil. ¿Me sirve de algo saber que “hoy toqué el piano divino”? o que la señora X diga que “mejor me dedique a otra cosa porque no tengo futuro en esto”? O que fulano de tal haya dicho que “soy un genio”? Así de antagónicas pueden ser las críticas del mismo evento. Una manera eficiente de poner un filtro es preguntar sobre aspectos concretos o técnicos. Uno puede tener claro lo que le interesa saber y luego preguntar. Así la crítica se convertirá en algo útil. Por ejemplo ¿Qué opina Ud. de la estructura de mi obra, le parece coherente? , ¿Cómo piensa Ud. que yo podría mejorar el fraseo al momento de tocar Bach? Si la gente juzga y opina sin que le pregunten, entonces podemos traducir los juicios.
Traducir los juicios, conocer al juez. Habrá múltiples opiniones, la mía, es que ningún juicio es verdad absoluta, yo parto de esta idea para manejar la crítica. Podemos usar los juicios que emiten las personas para conocerlas. Por ejemplo, si alguien dice “ Tu música está horrible”, yo traduzco : “No le gustó”. Si escuchamos, “no sabe tocar se equivocó tres veces y además tocó lento”, yo traduzco : “ Su idea de saber tocar es diferente a la mía, para él/ella saber tocar significa no tener más de dos errores y tocar rápido”. Es así como los juicios dejan de dañarnos.
Distinguir las críticas constructivas y destructivas. Cuando la crítica nos permite crecer podemos acogerla, cuando se trata de lo contrario, siempre podemos elegir desecharla. Una crítica constructiva nos da un punto de vista diferente a cerca del trabajo. Alguien con más experiencia, con más sabiduría o de otro contexto podrá hacernos ver los puntos débiles y los puntos fuertes de nuestro trabajo. La crítica constructiva solamente puede complementar nuestra autocrítica, puede enriquecerla, o hacernos replantearla pero nunca destruirla por completo. La opinión constructiva permite la mejora del trabajo o tener otro punto de vista. Puede que no sea dicha de manera gentil. En una ocasión mi profesora de composición en Paris me dijo, a cerca de una obra para voz y computadora “suena como la voz de Mikey Mouse”, al traducir este juicio, obtengo: “ es necesario que trabaje más el timbre para poder encontrar mi propia voz”. Una crítica constructiva, no siempre es dicha de la manera más cortés, pero nos permite mejorar. Por el contrario, todo comentario que no brinde opciones para enriquecer el trabajo, lejos de ser útil, puede ser muy nocivo, si la opinión no nos permite crecer, entonces no tiene ninguna utilidad y es mejor desecharla.
Desechar los halagos nocivos. Quizás a la mayoría de las personas les guste escuchar juicios y opiniones “positivas” como: “Qué bárbaro, tocas increíble”, “Tú eres el mejor”, “Me encantó, me gustó muchísimo”, “En serio…insisto, eres un genio”, “Eres un artista súper importante en tu país”. Estos juicios pueden ser en realidad tan nocivos como : “Tu música apesta”, “Fuera de tu país no eres nadie”. Son opiniones que a lo más, nos pueden dar información sobre la otra persona y no sobre nuestro trabajo. Son peligrosas porque uno puede realmente llegar a creer que es un genio, que es súper importante… Basta salir del contexto donde esos juicios son emitidos para darse de topes ante una realidad totalmente distinta. La frustración es una de las consecuencias que puede traer el caer de este ilusorio castillo en el aire. Otra consecuencia nociva es el estancamiento, sí, escuchar solamente este tipo de “crítica” puede provocar que nos cerremos a escuchar aquellos comentarios que nos pueden hacer crecer.
Finalmente, tener presente que duele, pero no es el fin del mundo. Sí, a veces es difícil escuchar la verdad, pero este el precio de poder ver con otros ojos y a veces, una condición para poder crecer. A mi me funciona no darle tanta importancia. La crítica no puede hundirnos ¿pero cómo puede hacerse eso? El salvavidas es la seguridad que se obtiene desarrollando la autocrítica. Si yo sé quién soy, ningún juicio podrá reinventarme.
Sabina Covarrubias.